
Contexto diplomático de 1989
Me tocó en el año de 1989 viajar a Managua en una misión diplomática presidida por el doctor Enrique Tejera París, entonces canciller de la República de Venezuela. Aquella delegación fue enviada por el presidente Carlos Andrés Pérez con el firme propósito de contribuir al proceso de pacificación de Nicaragua, una nación sumida en una compleja crisis política, económica y social sin precedentes.
Crisis y punto de inflexión
El país vivía momentos de intensa confrontación interna y externa. Diversos intereses chocaban violentamente: caudillos guerrilleros que se autodenominaban “comandantes”, encabezados por Daniel Ortega, disputaban el poder con partidos políticos incipientes que luchaban por abrirse paso en medio del caos. A este clima de tensión se sumaba el impacto del trágico asesinato del periodista Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, director del diario La Prensa —el principal medio opositor al régimen sandinista— y esposo de doña Violeta Barrios de Chamorro.
La misión en el Centro Olof Palme
Nuestra misión, en nombre del Estado venezolano, tuvo la responsabilidad de organizar un encuentro clave en el Centro de Convenciones Olof Palme, en Managua. Allí se dieron cita los principales partidos políticos del país, así como los precandidatos presidenciales, incluidos representantes del gobierno saliente de Ortega. El objetivo era claro: construir una salida pacífica y negociada a través de elecciones democráticas supervisadas por organismos internacionales como la ONU, la OEA y diversas ONG, entre ellas la Fundación Carter, dirigida por el expresidente Jimmy Carter.
Encuentro con Violeta Chamorro
Tuve el honor de formar parte de ese esfuerzo, también como observador de la OEA, y en ese contexto conocí personalmente a la señora Violeta Chamorro. Mujer admirable, sencilla y firme, cuya dignidad marcó profundamente mi memoria. También compartimos ese momento histórico con la señora Rigoberta Menchú, Nobel de la Paz. Violeta Chamorro emergía entonces como una figura serena, pero decidida, que encarnaba el anhelo de paz de un pueblo extenuado por la guerra.
Un hito histórico
Fue así como, en 1990, se convirtió en la primera mujer presidenta electa de América Latina. Un hito histórico que llenó de esperanza a su país y al continente. Su gobierno, sustentado en la reconciliación nacional, fue ejemplo de humildad, legalidad y honradez. Gobernó con la conciencia clara de servir, no de dominar; de unir, no de dividir.
Reflexión sobre los sucesores
Lamentablemente, los gobiernos que la sucedieron no supieron defender ni preservar esa democracia por la cual tantos sacrificios se hicieron. Muchos cayeron en el vicio de la corrupción administrativa, abriendo las compuertas del resentimiento, la desesperanza y el retorno de un régimen autoritario bajo la figura de Daniel Ortega, hoy dictador de Nicaragua.
Un legado vivo
La partida física de doña Violeta Chamorro nos duele, pero su legado permanece vivo. Su vida y obra nos recuerdan que la democracia se construye con sacrificio, con valores, con coraje. Ella representa un faro para las nuevas generaciones de mujeres y líderes en América Latina. En lo personal, me honra haber sido testigo directo de aquel proceso de transición democrática y de haber conocido a una mujer que encarnó la dignidad de su pueblo en uno de los momentos más cruciales de su historia.
Firmas
José Rangel Barón
Abogado, exdiplomático y analista político internacional